jueves, 23 de diciembre de 2010

El niño y los clavos

Érase una vez un chico con mal carácter.  Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno en la puerta del jardín cada vez que perdiera la paciencia o se enfadara con alguien.

El primer día clavó 37 clavos. Durante las semanas siguientes se concentró en controlarse y día a día disminuyó la cantidad de clavos nuevos en la puerta. Había descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos.
Finalmente llegó un día en el que ya no clavaba ningún nuevo clavo.  Entonces fué a ver a su padre para explicárselo.
Su padre le dijo que era el momento de quitar un clavo por cada día que hiciera sonreir a alguien.  Los días pasaron y finalmente el chico pudo decir a su padre que había quitado todos los clavos de la puerta.
El padre condujo a su hijo hasta la puerta y le dijo: 



" has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia dejas cicatrices exactamente como estas."

El corazón de una persona es como esta puerta, cada vez que te peleas con ella o le haces daño clavas un clavo en su corazón y por mucho que después le pidas perdon i lo retires siempre va a quedar una herida
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